Las empresas uruguayas deben encontrar su Norte
A fines de diciembre de 2006 una de las dos organizaciones promotoras de la Responsabilidad Social Empresaria (RSE) en Uruguay, la ACDE (Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas), hizo pública una encuesta que daba cuenta de un dato importante y a la vez de cierta duda: la encuesta señalaba que el 43,6% de los uruguayos oyó hablar de la RSE.
Analizando a primeras ese dato objetivo, impresiona a cualquiera que esté en el tema (desde el más experto al más novato), ya que hablaría muy bien de un país, de una economía y de una sociedad.
Pero hay una máxima en el periodismo que muchos (no todos, pero sí muchos) cumplimos casi a rajatabla: dudar de todo lo que se nos presenta.
Eso hizo Carolina Herrero, a cargo de Blog Responsable Uruguay, una experiencia coordinada por Xavier Agulló desde Cataluña. Si bien la versión uruguaya de Blog Responsable no parece tener aún un objetivo muy claro, vale la referencia pues ha sido de las pocos medios en poner el ojo sobre un dato que, como muchos otros, puede pasarse por alto.
Con este antecedente en el anotador, el editor de este blog intentó ponerse en contacto con el DERES (que trabaja junto a la ACDE en el desarrollo y promoción de la RS) a través de su encargada de Comunicación, Virginia Gómez, sin obtener hasta la publicación de este artículo (treinta días después) respuesta alguna.
La invitación que se hizo desde este espacio consistió en ofrecer (y solicitar) una video-entrevista con alguna autoridad del directorio de la institución con el fin de conocer más en detalle, y de boca de sus directivos, la situación de la RSE en Uruguay.
De hecho, la editora de Código R, uruguaya ella, me había comentado hace unos meses la importante labor que venía realizando el DERES en la promoción de la RSE en el sector empresario uruguayo.
Pero sin contar con la opinión de la ¿única? fuente que pareciera estar capacitada para brindar un panorama del sector en aquel territorio rioplatense, lo que continúa son una serie de impresiones de este editor a lo largo de siete días y 2000 kilómetros recorridos desde Paysandú hasta Chuy, en la frontera costera oriental con Brasil.
Hay algo que a los argentinos suele agradarles de los uruguayos, y que en el contexto en el que aquí se habla, les juega a favor a los charrúas a la hora de anotarse un punto como “socialmente responsables”: su respeto por lo instituido y por los semejantes.
Desde el pueblito de campo hasta la capital, Montevideo, el uruguayo tiene un ritmo más tranquilo que el porteño (ya no podemos generalizar al argentino) y eso, créase o no, influye a la hora de internalizar cambios estructurales como los que plantea una estrategia de responsabilidad social.
En la Argentina, por ejemplo, las empresas han avanzado mucho en materia de RSE, pero no así la sociedad en cuanto a su nivel de responsabilidad ciudadanas. Si una empresa de telefonía móvil instala contenedores para depositar las baterías usadas e inutilizables en puntos neurálgicos de la ciudad, y los usuarios continúan arrojándolas con sus residuos domiciliarios la consecuencia será que esa empresa termine retirando los contenedores y aceptando el fracaso de su programa.
En el caso de Uruguay, cuenta con un avance en este punto respecto de otros países de la región pero su sector empresario parece no saber aprovechar este potencial ciudadano, indispensable para que el trabajo de RSE rinda sus frutos.
En Uruguay, como en la mayoría de los países de la región, todo se encuentra en desarrollo. Los comercios de toda índole redondean los precios para arriba, los hoteles reciben pasajeros aún en refacciones, los sitios turísticos no toman en cuenta el uso responsable de sus recursos (y los turistas tampoco), casi la totalidad del transporte público urbano tiene una antigüedad mayor a los 20/25 años… ¿y esto qué tiene que ver con el accionar responsable de las empresas uruguayas?
En un punto, existe una notable ausencia del Estado. Todos los países que cuentan con empresas comprometidas en serio con la responsabilidad social, son Estados presentes en los controles, en las asistencias y en el desarrollo. Si durante tres kilómetros usted encuentra cientos de peces muertos, dos pingüinos convalecientes y alguno que otro muerto, y se acerca la autoridad naval para que ejerza su jurisdicción la respuesta será: “Alguno se pierde por estas épocas y vienen a la playa a morir”.
En nuestras sociedades (las latinoamericanas) una veta que encuentran las empresas para incursionar en la RSE es ocupar ciertos “vacíos” que dejan las administraciones públicas sin decir que están ejerciendo funciones que le corresponden al Estado. Oportunidades para empresas uruguayas comprometidas con el medioambiente, existen, y no sólo se acaban con ayudar a los pingüinos perdidos en las playas.
Y un dato curioso: en Uruguay, ningún empleado de hotel, comercio alguno, funcionario del Estado o despachante de combustible, tenía la más mínima noción de qué era “RSE”. Una encuesta de “paso a paso”, realizada por RSE Online en ocho ciudades del país rioplatense dio como resultado un dato mucho más abrumador que aquel 43,6%: el 100% de los encuestados* respondía: “¿Qué?”.
En Argentina la disciplina se encuentra en un grado de avance un tanto superior, sí, pero con una seria falla: la comunicación. Según un estudio realizado por… los grandes medios de comunicación no le prestan la suficiente atención al concepto de RSE en la redacción de sus noticias. Y esto ocurre, fundamentalmente, porque los periodistas en general están como los uruguayos, no tienen ni idea de qué se trata esto.
Que existen negocios tras el rótulo de “socialmente responsables” no se discute, pero nos encontramos en un momento crucial para generar un cambio que sea por el bien de la promoción de una conciencia de responsabilidad social real, y no inflada.
*Conserjes, kiosqueros, panaderos, cajeras de supermercado, pueblerinos levantados a dedo, choferes de ómnibus, campesinos, playeros de Ancap, personal de Museos, personal de la Marina uruguaya, encargados de garajes, en fin, uruguayos, mujeres y hombres muy atentos, y bien predispuestos, que siempre responden amablemente y con una sonrisa.
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