El desafío de armar un buen código de ética empresaria
De toda tendencia surge una necesidad. En el campo de la RSE la tendencia fue (y aún sigue siéndolo) redactar códigos de ética, de buenas prácticas comerciales, de buen gobierno corporativo (u otro calificativo que se utilice para indicar lo mismo), que reafirmen el compromiso ético de la organización.
El dilema que se presenta ante esta necesidad (la de redactar este tipo de códigos) es su aplicación en la práctica. Para explicar de manera sencilla esto hace falta definir algunas cuestiones.
En principio, tener en claro que el hombre es un ser imperfecto, pero perfectible. De esta forma la implementación de imperativos éticos en la empresa servirán de guía a los empleados para moverse en pos de la realización de acciones que no sólo sean socialmente responsables, sino que también mejoren su condición humana.
Patricia Debeljuh, del Centro de Estudios Avanzados (CEAV), sostiene sobre este punto que “la persona se perfecciona con los años y a través de sus acciones. Por tanto, el comportamiento ético, por su propia definición, tiene que huir de las fórmulas instantáneas, de las apariciones súbitas, de las acciones aisladas e inconexas”.
Debeljuh asegura que a través de los códigos de ética empresaria “la empresa induce a las personas a determinar moralmente su voluntad hacia los bienes que encierran esos documentos, pero no obliga una conducta”.
Aquí es cuando entra en juego otro concepto que muchas veces suele ser utilizado como sinónimo: la moral.
Ésta es el objeto de la ética, y plantea en general conflicto de valores a los que los seres humanos se enfrentan cotidianamente. No implica un hábito como la ética pero entran en juego los valores de cada individuo a la hora de tomar una decisión.
Es por esta importancia de los valores que la especialista de la UADE señala que para la implementación real de los códigos de ética “es importante que sus contenidos encierren verdaderos valores morales y que su elaboración, implantación y seguimiento favorezcan el desarrollo de las virtudes morales”.
Quienes estén alcanzados por este tipo de normativas no deben sentirlas como imposición. Así es como entra en juego otro factor importante, que es la capacidad de liderazgo por parte de quien intenta implementar el código.
Un buen líder será el que, con flexibilidad, propiciará que sea el código el que se adapte a los empleados y no estos a aquél.
En cuanto a la redacción aquí se plantea otra diyuntiva: qué tener en cuenta para que su implementación sea eficaz y quién será el encargado de redactarlo.
Para lo primero Debeljuh habla de al menos tres presupuestos básicos:
- Reclama un respeto por la libertad de las personas que lleve a no pretender imponer valores morales y a dejar un amplio margen de iniciativa para el desarrollo personal en las virtudes.
- Es necesaria una buena política de comunicaciones que posibilite a cada individuo conocer con profundidad el sentido de los valores de la compañía para que después quiera, libremente, escogerlos en las acciones concretas.
- Por último, hace referencia al valor de la ejemplaridad y de la coherencia de la alta dirección para que, a partir del propio compromiso con los valores morales, puedan exigirlo a los demás.
En cuanto a su redacción, en el ámbito empresario existen algunas “fórmulas” frecuentemente utilizadas:
- la redacción queda a cargo del Consejo Directivo, CEO o el Presidente y los Gerentes de primera línea
- el código es redactado por los Gerentes operativos y elevado al Presidente para su evaluación y posterior “visto bueno”
- se solicita los servicios de profesionales de vasto conocimiento en la temática, como ser filósofos especialistas en gestión empresarial y con conocimientos de las filosofías de oriente, que redactan el texto en base a un previo trabajo en equipo con el área gerencial
- la menos frecuente, quien tiene a cargo la RSE de la organización presenta un proyecto de código de ética
Pero toda esta construcción aquí volcada no sería posible sin un “clima de amistad y cooperación”. “Cuando este ambiente no se alcanza –señala Debeljuh-, es probable que cualquier actuación de la empresa en cuestiones de ética sea vista como una mera imposición externa, alejada de los intereses individuales y condenada de antemano al fracaso”.
Ante este panorama, la honestidad, como valor de base, debe primar en el armado de un código que señale el rumbo ético de la organización, de lo contrario la empresa se estaría traicionando a sí misma y a todos los que directa e indirectamente la conforman.
Recursos
– Código de Ética del Banco Itaú (un buen modelo para tomar como guía).
Agenda de RSE
La Universidad del Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina (UCEMA) convoca a quienes quieran participar el próximo martes 21 de septiembre del Foro «Responsabilidad social empresaria y Gobierno corporativo» que se realizará de 18.30 a 20.30 en Reconquista 775, 4º Subsuelo, Ciudad de Buenos Aires.
Para quienes quieran inscribirse y obtener más información sobre la jornada podrán hacerlo ingresando en http://www4.cema.edu.ar/cimei/rse.php
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